El mejor regalo

Rogelio Flores Zubillaga
9 min readOct 19, 2022

El mejor regalo no es el más caro sino el de mayor valor.

Nuestra memoria ya no es la misma

En marzo de este año estaba preparándome para ir a México al cumpleaños número 96 de mi abuelita. Le compré un regalo que más que nada tenía un valor sentimental. No era algo caro, más que nada incluía fotos de ella y mi familia para ayudarle a recordar las experiencias que hemos tenido en común, ya que su memoria no es la misma de antes. Y no es que seamos tan fotogénicos para mandar fotos nuestras, pero como dice la canción, “quizás de este lado [nos veamos] un poquito mejor”.

Mi querida esposa accedió a llevarme al aeropuerto con tanto gusto que yo me preguntaba si estaría contenta en deshacerse de mí por unos días. Íbamos manejando hacia al aeropuerto cuando me di cuenta de que ¡había olvidado el regalo!

Así me sentí al darme cuenta que viajaba sin regalo (foto: Sander Meyer, Unsplash)

Olvidar cosas para un viaje no es algo fuera de lo común para mí. “¡Nomás no olvidas tu cabeza porque la traes pegada!”, me repite constantemente mi querida esposa.

No había tiempo para regresar por el regalo, así que me resigné y pensé que ya estando en México podría conseguirle algo.

Después de pasar unos días en la Ciudad de México con unos amigos y mi hermana Ale, llegó la hora de viajar en autobús hacia Tequisquiapan, Querétaro, también conocida como Tequis, donde sería la fiesta de cumpleaños ese mismo día. Y entonces ¡recordé que todavía no tenía regalo!

Y la pregunta que vino a mi mente fue: ¿Cuál sería el mejor regalo para ella?

La respuesta fue muy clara y vino a mi mente con tanto poder, que empecé a escribir un bosquejo de lo que está a continuación con lágrimas en los ojos. Por suerte creo que mi hermana, sentada a mi lado, no se dio cuenta (corrección: sí se dio cuenta).

Su mejor regalo

Es probable que yo sea uno de los nietos que menos contacto ha tenido con mi abuelita. Nunca he vivido cerca de ella ni convivido más allá de varias navidades, algunos cumpleaños, y vacaciones de verano cuando era estudiante. No soy mucho de llamar por teléfono, aunque sí llegué a llamarle en su cumpleaños cuando no le iba a ver en persona.

Pero a través de más de 20 años, sé exactamente lo que le importaba y preocupaba porque siempre me hacía las mismas preguntas cuando me veía. Y eran acerca de nuestra fe, que si me mantenía firme y activo, y acerca de mi comportamiento hacia los miembros de mi familia; si estaba siendo bueno con mi esposa e hijos.

También me confesaba su dolor y malestar porque sus hijos varones bebieran (alcohol) en contra de la ley de salud conocida como La Palabra de Sabiduría en la cual creemos, y en general que no siguieran sus pasos con el ejemplo que ella les dio en cuanto a seguir a Dios y a su fe. Ése es su regalo hacia nosotros: un legado de fe.

Entonces me quedó muy claro cuál sería el mejor regalo que yo puedo darle:

Llevar una vida digna de nuestra fe y su legado como pionera en nuestra familia. ¡Ése es el mejor regalo que puedo darle!

Y no es que me quería ahorrar en comprar algún regalo. Ahora ya tengo en mente uno mejor para darle además del que olvidé en casa, pero nunca será tan importante y valioso como vivir de tal manera que ella esté orgullosa de mí. Y sé que aunque quizás ya no sea en esta vida, un día me verá, y me preguntará qué fue de mi vida y de mi fe. Y si llego a cumplir dándole este regalo valioso, podré responderle como Pablo: “¡he guardado la fe!”

Pionera

Menos de tres años después de la muerte de mi abuelito Luis Zubillaga Zámano en 1961, que dejó a mi abuelita viuda, llegaron unos misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y enseñaron el evangelio de Jesucristo a mi abuelita y sus hijos.

Mi abue reconoció el valor y la veracidad de su mensaje, y el 28 de febrero de 1964 se bautizó con algunos de sus hijos. Su hijo mayor ya no vivía en casa (se había ido al ejército) y por lo tanto no recibió el mensaje ni se unió a la nueva religión. Mi mamá no quizo bautizarse porque estaba muy activa en la iglesia católica y le costó más trabajo abandonar algunas creencias y tradiciones, pero dos años después también se bautizó.

El evangelio y la iglesia de Jesucristo trajeron una paz y luz a la vida de mi abuelita en el momento justo cuando más lo necesitaba. Dios escuchó sus clamores y los contestó mandando a dos de sus representantes; Norman Garner y Ronald Julian (los misioneros que la bautizaron).

Gracias a Dios, al nuevo conocimiento, y a la nueva comunidad de la que mi abuelita ahora era parte, su vida cambió para bien. Su preocupación principal de proveer para su familia aminoró gracias a las nuevas oportunidades que se le abrieron a través de la iglesia, el evangelio, y sus enseñanzas.

Aunque los hijos mayores de mi abue ya estaban o estudiando o ya tenían planes de estudiar, creo que el énfasis de que “la educación es la clave de la oportunidad” que la iglesia enseña, fue una gran influencia para que todos sus demás hijos salieran adelante más fácilmente y nos dieran una vida mejor a todos sus nietos.

Pero todo esto vino con un precio. Algunos familiares, vecinos, y hasta desconocidos reaccionaron mal al cambio. Como suele suceder cuando hacemos un cambio para bien y seguimos la guía divina, el adversario viene a tratar de destruir y crear oposición.

Se empezaron a esparcir falsos rumores, como el de que las hijas de mi abuelita ahora iban a ser ofrecidas como esposas a los jóvenes norteamericanos (en ese tiempo, la mayoría de los misioneros eran norteamericanos). También, hubo gente que apedreó la casa de mi abuelita solamente por haberse unido a una nueva religión.

El mensaje a sus descendientes

Ahora más que nunca, yo sé que el legado de fe de mi abue Sara es el camino verdadero a seguir para regresar a la presencia de Dios. El único camino que nos dará una felicidad duradera, aunque no sea el más fácil. De hecho, les aseguro que será difícil, pero vale la pena.

Sé cuánto le dolía a ella ver que algunos de sus hijos y nietos no creyeran o dejaran la fe porque me lo dijo muchas veces. Y sé lo que se siente. A los que somos creyentes y seguimos la fe de mi abue, hago una invitación a seguir perseverando.

A los que una vez creyeron y siguieron el camino, y que ahora no lo están haciendo, realmente existe el borrón y cuenta nueva (arrepentimiento).

A los que ni siquiera tienen una idea de lo que cree mi abuelita (o yo), lo mínimo que les invito a hacer es escuchar ese mismo mensaje que unos misioneros le llevaron en 1964. Aquí puedes solicitar una visita de ellos, o bien puedes preguntarme a mí o cualquier otro miembro de la iglesia que conozcas. Si quieres asistir a nuestras reuniones, aquí puedes encontrar la capilla más cercana a ti.

De los nietos y bisnietos de mi abue, Paty, Luis Enrique, Gustavo, Daniel O., Paco Z., y yo hemos servido como misioneros de tiempo completo por dos años (o año y medio). Carlos, sirve como misionero en este momento. Imagínense a cuántas personas más se ha compartido el mismo mensaje solamente a través de mi abuelita y su descendencia. Y no solamente los que hemos servido como misioneros hemos compartido el evangelio con otros. Hay muchos más que lo han hecho a través de algunos de los hermanos de mi abuelita y sus respectivos descendientes.

Como Dios nos ha dicho recientemente a través de sus representantes, no será posible sobrevivir espiritualmente si no le escuchamos a Él.

Mi mensaje surge del amor que le tengo a mi abue, y a todos sus descendientes (mis familiares, pero se extiende a todos). Es gracias a ella y a personas como ella que yo he seguido este camino, y ha sido la mejor decisión y privilegio de mi vida.

“Porque toda mi intención es persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, y al Dios de Isaac, y al Dios de Jacob, y sean salvos.
De modo que no escribo las cosas que agradan al mundo, sino las que agradan a Dios y a los que no son del mundo”. (1 Nefi 6: 4–5)

“Porque el que con diligencia busca, hallará… y el Espíritu Santo me da autoridad para que declare estas cosas y no las retenga” (1 Nefi 10:19, 22)

“Os hablo por vía de mandamiento a vosotros que pertenecéis a la iglesia; y por vía de invitación os hablo a los que no pertenecéis a ella, diciendo: Venid y bautizaos para arrepentimiento, a fin de que también participéis del fruto del árbol de la vida” (Alma 5:62)

Si quieres aprender más acerca de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, aquí puedes empezar.

Adiós abue Sara

Ayer por la mañana (18 de octubre, 2022) falleció mi abuelita. El mensaje que escribí antes de este párrafo vino a mi mente en marzo, pero dejé “para después” el terminar de escribirlo/pulirlo. Dadas las circunstancias, decidí que era hora de terminarlo. Acabo de presenciar el funeral via videoconferencia ya que no pude encontrar vuelo que me llevara a tiempo para el servicio funeral. Me agradó mucho ver que los oradores mencionaron algunas de las cosas que yo escribí desde hace meses.

En julio hice un viaje a Querétaro y otros lugares sin saber que sería la última vez que vería a mi abuelita. Aproveché para darle su regalo (un álbum de fotos — esta vez no lo olvidé, creo que gracias a que mi esposa iba conmigo).

Portada del álbum de fotos que le regalé a mi abuelita
Más o menos así quedó la portada/contraportada del álbum de fotos que le regalé y llevé en julio (contiene varias páginas de fotos).

Agradezco que tuve esa oportunidad de verla además de poder estar en su último cumpleaños, tal como sucedió con mi papá (que falleció en abril, un mes después de su cumpleaños).

No cabe duda que Dios está en los detalles de nuestras vidas, si lo dejamos.

Poema

Este es un poema que escribió mi hermana Paty con motivo del fallecimiento de mi abuelita:

Abuelita Sara

Siempre muy activa, querida abuelita

Plato limpio dejen, siempre nos decías

Hoy en cama estas, no me gusta así verte

Quisiera estar allá para sostenerte

Tus hermosas hijas, están a tu lado

Son fuertes y activas, tu ejemplo emularon

A trabajar duro de ti lo aprendieron

Muchas enseñanzas, dejas gran legado

Tu cuerpo agotado quiere descansar

Tus hijos y nietos te vamos a extrañar

Quién dirá las cosas como tu las dices

No acariciaremos más tus trenzas grises

Si te vas al cielo ya pa’ descansar

Dile a mi papá que te lleve a pasear

Cuando veas a Jorge y te vea llegar

Dale un fuerte abrazo, estilo militar

Me imagino que abuelo Luis al verte llegar

Saldrá corriendo, para poderte abrazar

Dile a mi abuelito que no lo conocí

Pero al conocerte, de su amor sentí.

Paty Flores Zubillaga

Mi abue Sara, jovencita.
Mi abuelita en un viaje al templo de Mesa, Arizona en 1975 con tres de sus hijas incluida mi mamá.
La última vez que mi abue estuvo en Cd. Juárez (2008) con sus nietos Carlos y Ruth.
Sonriendo en Tequis en el 2018.
La última vez que estuvieron juntas las 5 generaciones, marzo de 2022.
Partiendo su último pastel de cumpleaños, 12 de marzo, 2022.
En la última visita que hice a mi abue, 17 de julio, 2022.

Y este es un vídeo de fotografías que hizo mi hermana Paty:

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Rogelio Flores Zubillaga

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