La penúltima Soda

Pensamos que esa sería nuestra última Soda, pero gracias a la pandemia, fue la penúltima, y hoy será la última.
Cuando mi compa Beto me dijo que deberíamos ir a la Ciudad de México a ver a Soda Stereo en marzo del 2020, no la pensé dos veces. Bueno, sí la pensé una segunda vez después de ver la reacción de mi esposa, pero al final dio el visto bueno.
Fui fan de esa banda desde que escuché “Cuando pase el temblor”. Según recuerdo, ése fue el primer sencillo que se escuchó en México, aunque es del segundo disco. Claro que después compré el primer disco. Qué tiempos aquellos escuchando “Un misil en mi placard” por primera vez, o ver y escuchar la versión en vivo de “El tiempo es dinero” que incluía un solo de Zeta en el bajo. Bueno, me estoy desviando del tema.

Tras la muerte de Gustavo Cerati, pensé que nunca veríamos volver a la banda. Cirque du Soleil era el único consuelo, y decidí no ir a ver el show. Pero precisamente gracias a ese show, llegó la idea de la gira Gracias Totales, en donde gracias a la tecnología, Cerati puede estar en escena de nuevo.
Yo hubiera preferido verlo en holograma estilo Star Wars, pero bueno, habrá que esperar un poco a la tecnología. Con las pantallas gigantes me conformo. Invité a otro amigo, pero me dijo: “Sin Cerati ya no es lo mismo”, y no se unió al grupo. Hay gente exigente que solamente se conformaría con la resurrección.
Yo ya tenía planeado ir el fin de esa semana a México para el cumpleaños 94 de mi abuelita en Querétaro, así que aproveché para matar dos pájaros de un tiro. Y también para invitar a mi hermana Paty al concierto, junto con su esposo Nate e hija (ellos ya iban a la fiesta de cumpleaños). Hay pocas cosas más satisfactorias que presentarle a mi cuñado gabacho la mejor banda en español. Lo puse en una dieta estricta en preparación para el evento: escuchar una y otra vez los temas de la gira “Me verás volver” (no teníamos el setlist todavía). Una vez que se cansó de escucharlas, me pidió una lista nueva de canciones. Con gusto accedí. Y claro, una vez que supimos el setlist, se lo pasé.
Invité a mis cuates de la secu claro. Ésta es música de chavo-rucos. Tres se anotaron.

Cuando llegamos a CDMX ya estaban en su ajetreo los rumores de una inminente pandemia. Temí que el concierto se fuera a suspender. Para nuestra suerte, esa fue la última semana que hubo eventos masivos antes de que se suspendieran por el covid 19 por varios meses (o más de un año, no estoy seguro). El pobre Mario, que venía de Playa del Carmen, al final no llegó porque se puso fea la situación en el aeropuerto de Cancún con respecto al coronavirus.





Así es que nuestro grupo estuvo compuesto por Beto, Carlos, Memo, Paty, Nate, Juan (con Boris, a quien conocí en este viaje), Alma, y yo.
No faltó la ida al Zócalo, los tacos al pastor (Beto fue el que comió más creo), y transportarnos usando el metro, además de varios Uber.
Como estábamos en zona general, llegamos temprano para estar cerca del escenario. Quise comprar camiseta, pero ningún diseño me gustó. Me quedo con la mía (hice el diseño a mano).
El concierto comenzó con un video de nostalgia de la banda, y lo más emotivo fue de entrada ver a Gustavo Cerati (en video) cantando la clásica Sobredosis de TV. Después, también apareció en La ciudad de la furia, y Fue.
Tuvimos a varios de los artistas invitados en persona: Ruben (Café Tacuba), el cantante de Zoé, la de Aterciopelados, Gustavo Santaolalla, quien le puso originalidad y pasión a Cuando pase el temblor, tocando un ukelele, y el hijo de Gustavo Cerati, Benito, entre otros que no recuerdo. Julieta Venegas solo estuvo en video, y me pareció un poco apagadona, así que espero que hoy venga en persona para tomarnos la última Soda.
