La pizzería equivocada
Anoche nevó, parecía invierno otra vez. Y por alguna razón no puedo olvidar algo que me pasó hace varios años durante un invierno inhóspito en Cincinnati.
A punto de salir del trabajo hacia mi hogar, mi querida esposa me llamó para decirme que no había hecho comida, y me pidió que pasara por unas pizzas. Así que rápidamente llamé y ordené pizzas para que estuvieran listas cuando pasara por la pizzería en mi camino a casa.
Llegué a la pizzería Marco’s. Es la que estaba más cerca a mi casa. Le dije a la chica en el mostrador que estaba ahí para recoger una orden y le di mi nombre. Ella la buscó pero no la encontró, y me dijo, “No tenemos una orden bajo tu nombre. ¿Cuál es tú número de teléfono?” Le di mi número. Buscó una orden bajo ese número, no la encontró, y preguntó: “¿Estás seguro de que llamaste a ésta sucursal?” Esa era la única sucursal cerca a la casa y no veía yo posibilidades de que hubiera llamado a otra. Para entonces, yo estaba pensando ¡qué tan ineptos podrán ser en este lugar, que no pueden registrar correctamente ni siquiera una simple orden de pizzas! Entonces ella me preguntó, “¿Podría ser que ordenaste pizza en otro lugar?”
Fue entonces que me cayó el veinte. Ordené la pizza en Pizza Hut, que está como a dos kilómetros de ahí. Usualmente compraba pizzas en Marco’s porque está más cerca a la casa, pero las pizzas de Pizza Hut me gustan más, así que a veces ordenaba ahí.
Debí de disculparme con la chica que me atendió, aún cuando no dije en voz alta mis pensamientos. Cuando me di cuenta de lo que había hecho, le respondí rápidamente: “¿Sabes qué? Creo que sí”, y me salí apresurado con la cara llena de vergüenza.
No juzguéis, para que no seáis juzgados (Mat. 7:1)
Ahora, trato de sonreír y valorar el trabajo que empleados — usualmente jóvenes — llevan a cabo en las pizzerías. Y creo que no he ido a reclamar una orden al restaurante equivocado otra vez. Ve y haz tú lo mismo ;-)
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